El Salmo 7 es un Salmo de súplica y confianza en Dios. El Salmo fue escrito por el rey David, y se cree que se escribió en respuesta a alguna acusación hecha contra él. A continuación, se explica cada versículo del Salmo 7:
Salmo 7:1
¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores!
David comienza el Salmo pidiéndole a Dios que lo proteja de sus enemigos y lo salve de cualquier peligro.
Salmo 7:2
De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.
David describe el peligro que siente de ser atacado y destruido por sus enemigos, como si fueran leones.
Salmo 7:3
Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿qué mal he cometido?
David declara que si ha hecho algo malo o injusto, está dispuesto a recibir la consecuencia de sus acciones.
Salmo 7:4
Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime.
David afirma que si ha tratado mal a alguien que no merecía su trato, está dispuesto a aceptar la responsabilidad por sus acciones.
Salmo 7:5
Entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos.
David reconoce que, si ha hecho algo malo, merece ser castigado, pero pide a Dios que no permita que sus enemigos lo destruyan y humillen su nombre.
Salmo 7:6
¡Levántate, Señor, en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia!
David le pide a Dios que se levante en su defensa y que juzgue a sus enemigos por sus acciones.
Salmo 7:7
Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina sobre ellos desde lo alto.
David confía en que Dios se sentará en su trono como juez justo y gobernará sobre todas las naciones.
Salmo 7:8
¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia.
David le pide a Dios que lo juzgue justo y que le dé lo que merece por sus acciones.
Salmo 7:9
Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo.
David confía en que Dios es justo y que castigará a los malvados mientras protege y establece al justo.
Salmo 7:10
Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto.
David confía en que Dios es su protector y que lo salvará porque su corazón es recto.
Salmo 7:11
Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo.
David reitera que Dios es un juez justo y que se opone a los malvados.
Salmo 7:12
Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco.
David advierte que si los malvados no se arrepienten, Dios los castigará con la espada y el arco.
Salmo 7:13
Ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas.
David describe el castigo que espera que Dios infligirá a los malvados, siendo heridos por la espada y las flechas, como si fueran quemados.
Salmo 7:14
Miren al preñado de maldad: concibió iniquidad y parirá mentira.
David describe a los malvados como aquellos que están llenos de iniquidad y cuyo comportamiento engendra dolor y vanidad.
Salmo 7:15
Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá.
David usa una metáfora para describir cómo los malvados crean su propia trampa y terminan cayendo en ella.
Salmo 7:16
Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza.
David declara que la iniquidad y la violencia de los malvados serán su propia ruina y les caerá sobre la cabeza.
Salmo 7:17
¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!
David concluye el Salmo con una declaración de alabanza a Dios por su justicia y su poder. Él se compromete a cantar al nombre del Señor Altísimo y a seguir confiando en él.
El Salmo 7 es una oración de súplica y confianza en Dios en tiempos de peligro y persecución. David reconoce la importancia de la justicia y la integridad en la vida de una persona, y pide a Dios que lo juzgue justo y proteja a los rectos de corazón. También reconoce la ira de Dios contra los malvados y les advierte que se arrepientan antes de que sea demasiado tarde.
Salmos 7
1 ¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! 2 De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre. 3 Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿qué mal he cometido? 4 Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime, 5 entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos.
6 ¡Levántate, Señor, en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia! 7 Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina sobre ellos desde lo alto. 8 ¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia. 9 Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo.
10 Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto. 11 Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo. 12 Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco; 13 ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas. 14 Miren al preñado de maldad: concibió iniquidad y parirá mentira. 15 Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá. 16 Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza.
17 ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!