Este post contiene Salmos de Aliento en la Biblia, de Dios proviene toda fortaleza y nos infunde aliento aún en los momentos más difíciles que estemos pasando, busquemos en Él refugio.
El Señor Todopoderoso está con nosotros, nuestro refugio es el Dios de Jacob. (Salmos 46:7)
El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. (Salmos 34:18)
El Señor es mi pastor, nada me falta. (Salmos 23:1)
Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria ¡Tú mantienes en alto mi cabeza! Clamo al Señor a voz en cuello, y desde su monte santo él me responde. Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene. No me asustan los numerosos escuadrones que me acosan por doquier. (Salmos 3:3-6)
El Señor fortalece a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz. (Salmos 29:11)
Postrado estoy en el polvo, dame vida conforme a tu palabra. Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos! (Salmos 119:25-26)
La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. (Salmos 19:7)
Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado, tu vara de pastor me reconforta. (Salmos 23:4)
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar, aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. (Salmos 46:1-3)
El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir, yo te daré consejos y velaré por ti. (Salmos 32:8)
Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá, no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre. (Salmos 55:22)
Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío. (Salmos 19:14)
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío. Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte! (Salmos 91:1-4)
Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el Señor esperan. (Salmos 31:24)
Siempre tengo presente al Señor, con él a mi derecha, nada me hará caer. (Salmos 16:8)
Que te conceda lo que tu corazón desea, que haga que se cumplan todos tus planes. (Salmos 20:4)
Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha. Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí. (Salmos 55:16-18)
Prueben y vean que el Señor es bueno, dichosos los que en él se refugian. (Salmos 34:8)
Me has dado a conocer la senda de la vida, me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha. (Salmos 16:11)
Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo. (Salmos 27:4)
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