El Salmo 5 es un salmo de petición, donde el salmista busca la ayuda y protección de Dios ante la maldad y la injusticia que lo rodea. El salmo consta de 12 versículos, que se pueden dividir en tres secciones principales: la petición inicial (versículos 1-3), la descripción de los enemigos (versículos 4-9), y la confianza en Dios (versículos 10-12).
Atiende, Señor, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos.
El salmista comienza el Salmo 5 pidiendo a Dios que lo escuche y considere su oración. El hecho de que el salmista pida a Dios que considere su gemir indica que está en una situación de angustia o sufrimiento y busca el consuelo y la ayuda de Dios.
Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria.
El salmista continúa pidiendo a Dios que lo escuche y atienda su clamor. El salmista reconoce que Dios es su Rey y su Dios, y por lo tanto es la única fuente de ayuda y consuelo en su situación.
Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.
El salmista muestra una actitud perseverante en la oración al pedir a Dios que lo escuche por la mañana y estar atento a la respuesta de Dios. El hecho de que el salmista presente su oración a Dios por la mañana sugiere un compromiso firme con la oración y la búsqueda de la ayuda divina.
Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo; a tu lado no tienen cabida los malvados.
El salmista reconoce la justicia de Dios y su carácter santo al afirmar que Dios no se complace en la maldad y que los malvados no pueden estar en su presencia. Este versículo destaca la importancia de la santidad y la justicia en la relación entre el hombre y Dios.
No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a todos los malhechores.
El salmista enfatiza aún más la idea de que la presencia de Dios no puede ser compartida por aquellos que viven en la iniquidad. El hecho de que Dios aborrezca a los que hacen iniquidad muestra su desagrado hacia el pecado y la injusticia.
Tú destruyes a los mentirosos y aborreces a los tramposos y asesinos.
El salmista afirma que Dios no tolerará la mentira, el derramamiento de sangre y la injusticia. Este versículo muestra la justicia de Dios y su compromiso con la verdad y la rectitud.
Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo.
A pesar de la justicia de Dios y su desagrado hacia el pecado, el salmista tiene confianza en la misericordia de Dios. El salmista se siente lo suficientemente seguro en su relación con Dios como para entrar en su casa y adorarlo con reverencia.
Señor, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; empareja delante de mí tu senda.
El salmista busca la dirección y la protección de Dios en su camino, pidiéndole que enderece sus pasos.
En sus palabras no hay sinceridad; en su interior solo hay corrupción. Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.
El salmista describe a sus enemigos como deshonestos y perversos, con una boca llena de engaño y lisonjas. Este versículo muestra la desconfianza del salmista hacia sus enemigos y su reconocimiento de su maldad.
¡Condénalos, oh Dios! ¡Que caigan por sus propias intrigas! ¡Recházalos por la multitud de sus crímenes, porque se han rebelado contra ti!
El salmista apela a Dios para que haga justicia con sus enemigos y los declare culpables por sus transgresiones y rebeliones. El salmista confía en la justicia divina para que los enemigos caigan por sus propios consejos.
Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiéndeles tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre.
El salmista se dirige a aquellos que confían en Dios y les anima a regocijarse y alegrarse, ya que Dios es su defensa. El salmista reconoce que aquellos que aman el nombre de Dios tienen una razón para regocijarse y alabar al Señor.
Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.
El salmista afirma que Dios bendice al justo y los protege como un escudo, rodeándolos de su favor. Este versículo muestra la confianza del salmista en la protección y bendición divina para aquellos que son justos.
En resumen, el Salmo 5 es un himno de confianza en Dios y su justicia. El salmista reconoce la maldad y la injusticia en el mundo, pero busca la ayuda y la protección de Dios, confiando en su justicia y misericordia.
1 Atiende, Señor, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. 2 Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. 3 Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.
4 Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo; a tu lado no tienen cabida los malvados. 5 No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a todos los malhechores. 6 Tú destruyes a los mentirosos y aborreces a los tramposos y asesinos.
7 Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo. 8 Señor, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; empareja delante de mí tu senda. 9 En sus palabras no hay sinceridad; en su interior solo hay corrupción. Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.
10 ¡Condénalos, oh Dios! ¡Que caigan por sus propias intrigas! ¡Recházalos por la multitud de sus crímenes, porque se han rebelado contra ti! 11 Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiéndeles tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre. 12 Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.
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