Este post contiene Salmos de Sanidad, entreguemos a Dios toda esperanza de Sanidad, pues para Él no hay nada imposible ya qué es un Dios de milagros.
El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce, me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado, tu vara de pastor me reconforta. (Salmos 23:1-4)
No me reprendas, Señor, en tu ira, no me castigues en tu furor. Tenme compasión, Señor, porque desfallezco, sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos. (Salmos 6:1-2)
A ti clamo, Señor, roca mía; no te desentiendas de mí, porque, si guardas silencio, ya puedo contarme entre los muertos. Oye mi voz suplicante cuando a ti acudo en busca de ayuda, cuando tiendo los brazos hacia tu lugar santísimo. (Salmos 28:1-2)
Oh Dios, escucha mi clamor y atiende a mi oración. Desde los confines de la tierra te invoco, pues mi corazón desfallece, llévame a una roca donde esté yo a salvo. (Salmos 61:1-2)
Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador, que día tras día sobrelleva nuestras cargas. Nuestro Dios es un Dios que salva; el Señor Soberano nos libra de la muerte. (Salmos 68:19-20)
Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón, él es mi herencia eterna. (Salmos 73:26)
Vuélvete, Señor, y sálvame la vida, por tu gran amor, ¡ponme a salvo! En la muerte nadie te recuerda, en el sepulcro, ¿Quién te alabará? (Salmos 6:4-5)
Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma. (Salmos 143:8)
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío. Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte! No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía. (Salmos 91:1-6)
Crecen las angustias de mi corazón, líbrame de mis tribulaciones. Fíjate en mi aflicción y en mis penurias, y borra todos mis pecados. (Salmos 25:17-18)
Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección, ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos. (Salmos 91:9-11)
Bendito sea el Señor, que ha oído mi voz suplicante. El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias. El Señor es la fortaleza de su pueblo, y un baluarte de salvación para su ungido. (Salmos 28:6-8)
El Señor lo confortará cuando esté enfermo; lo alentará en el lecho del dolor. Yo he dicho: Señor, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado. (Salmos 41:3-4)
Restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas. (Salmos 147:3)
Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias, él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión. (Salmos 103:3-4)
Dichoso el que piensa en el débil, el Señor lo librará en el día de la desgracia. (Salmos 41:1)
Pon tu esperanza en el Señor, ten valor, cobra ánimo ¡Pon tu esperanza en el Señor! (Salmos 27:14)
Señor mi Dios, te pedí ayuda y me sanaste. (Salmos 30:2)
Tenme compasión, Señor, que estoy angustiado, el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi cuerpo! La vida se me va en angustias, y los años en lamentos, la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando. (Salmos 31:9-10)
Por mi parte, daré muchas gracias al Señor, lo alabaré entre una gran muchedumbre. Porque él aboga por el necesitado para salvarlo de quienes lo condenan. (Salmos 109:30-31)
Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia, caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán. Tú eres mi refugio, tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. (Salmos 32:6-7)
Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias. (Salmos 34:6)
Los justos claman, y el Señor los oye, los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas. (Salmos 34:17-19)
Por causa de mi insensatez mis llagas hieden y supuran. Estoy agobiado, del todo abatido; todo el día ando acongojado. Estoy ardiendo de fiebre; no hay nada sano en mi cuerpo. Me siento débil, completamente deshecho; mi corazón gime angustiado. Ante ti, Señor, están todos mis deseos; no te son un secreto mis anhelos. (Salmos 38:5-9)
Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma. No me entregaste al enemigo, sino que me pusiste en lugar espacioso. (Salmos 31:7-8)
Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas, le protegerá todos los huesos, y ni uno solo le quebrarán. (Salmos 34:19-20)
Esta web usa cookies.
Ver comentarios
Hermosos salmos de ayuda en todo momento.bendiciones