Cada cual examine su propia conducta, y, si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie. Que cada uno cargue con su propia responsabilidad. (Gálatas 6:4-5)
El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. (1 Corintios 3:8)
No se dará muerte a los padres por la culpa de sus hijos, ni se dará muerte a los hijos por la culpa de sus padres. Cada uno morirá por su propio pecado. (Deuteronomio 24:16)
Todo el que peque merece la muerte, pero ningún hijo cargará con la culpa de su padre, ni ningún padre con la del hijo: al justo se le pagará con justicia y al malvado se le pagará con maldad. (Ezequiel 18:20)
Si alguien peca inadvertidamente e incurre en algo que los mandamientos del Señor prohíben, es culpable y sufrirá las consecuencias de su pecado. (Levítico 5:17)
El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo. (1 Timoteo 5:8)
Levántate, pues esta es tu responsabilidad, nosotros te apoyamos. ¡Cobra ánimo y pon manos a la obra! (Esdras 10:4)
Aun si fuera verdad que me he desviado, mis errores son asunto mío. (Job 19:4)
Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría, si eres insolente, solo tú lo sufrirás. (Proverbios 9:12)
Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. (Santiago 4:7)
Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. (Proverbios 22:6)
El que es honrado en lo poco también lo será en lo mucho, y el que no es íntegro en lo poco tampoco lo será en lo mucho. (Lucas 16:10)
Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios. (Romanos 14:12)
Tan pronto como se hizo de noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea, quienes al llegar se dirigieron a la sinagoga de los judíos. Estos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba. (Hechos 17:10-11)
La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo. (Santiago 1:27)
Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo. (Colosenses 3:23)
Porque, incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. (2 Tesalonicenses 3:10)
A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan. Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. (1 Pedro 4:4-5)
Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. —Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes! (Mateo 27:24)
Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias? ¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios! (Romanos 14:10)
Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22:36-39)
Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. (Éxodo 20:12)
Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. (Deuteronomio 6:6-7)
Hijos, obedezcan a sus padres en todo, porque esto agrada al Señor. (Colosenses 3:20)
Pero, si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor. (Josué 24:15)
Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una diadema, adornarán tu cuello como un collar. (Proverbios 1:8-9)
Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. (Proverbios 6:20)
Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor. (Efesios 6:4)
Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace. (Santiago 4:17)
Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. (Génesis 2:7)
Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza. (1 Timoteo 4:12)
Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia. (2 Timoteo 3:16)
Y los bendijo con estas palabras: Sean fructíferos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla, dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo. (Génesis 1:28)
Miren que por tercera vez estoy listo para visitarlos, y no les seré una carga, pues no me interesa lo que ustedes tienen, sino lo que ustedes son. Después de todo, no son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos. (2 Corintios 12:14)
Quien encubre su pecado jamás prospera, quien lo confiesa y lo deja halla perdón. (Proverbios 28:13)
¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. (Apocalipsis 22:12)
Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza, no te hagas cómplice de su muerte. (Proverbios 19:18)
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